En mi espalda sudorosa tu aliento
siento mientras por detrás me abrazas
y el trémulo cosquilleo a cuatro patas
me embarga cuando te siento dentro.
Y comienza un vaivén, primero lento,
pero poco dura y te abalanzas.
Un frenesí de placer nos embarga
expresado en gemido en el silencio.
Me das la vuelta y mientras me miras
a los ojos siento que llega tu hora
y el placer cristaliza en tu ida.
Con sudores fríos soy yo ahora
convulsionado sufro a Eros y su ira:
fluente veraniega espumosa ola
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