Llegaste, olor a fruta y a mar.
Surcaste, pirata, olas de blanco
algodón sobre mi cuerpo embarcado
juguetón en negra nocturnidad.
Sobre tu pecho, negra forestal
arboleda suave, quedé jugando
buscando un tesoro, explorando
el mapa de tu piel, trampa carnal.
Encontré tus secretos suspirantes,
tus débiles puntos, y fuiste mío
dormido sobre mi cuerpo abrazante.
El tiempo frío y cruel enemigo
nos separó y tuviste que marcharte.
Quedé, olor a sexo y a cigarrillo.
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