su negra agua devuelve mi reflejo.
"Echa una moneda y pide un deseo"
parecen susurrar tristes sus ojos.
A esta éterea petición respondo.
Siento el frío metal entre mis dedos
al lanzarlo y lo oigo caer lejos,
desfigurando con olas mi rostro.
Pide mi corazón, habla mi boca:
"reflejo, tú quieres que yo desee"
Oigo mi propio eco sobre la roca.
"Y mi deseo, testigo de ello eres,
es no desear nunca más". Muere ahora
mi reflejo. Deseo con él muere.
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