rodeado de la luz de la mañana
hablando con tu voz grave y cercana.
Tú y tus aros, brillo de metal.
Tu abrazo a mi abrazo material
olvidando la noche, nunca liviana,
y el día de luz cruel, fría y tirana.
Mirada gris. Desnudo espiritual.
Tu aliento alentando lento a mi aliento.
Tu beso transformado en ladrón
del aire, de tristeza y viento.
Contrasta el calor del edredón
con esta soledad que solo siento.
Y recuerdo: los sueños, sueños son.
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