martes, 20 de agosto de 2013

Gélida ausencia

Hoy sentí el abrazo de la ausencia:
era frío, muy frío. Era hielo.
Su roce hacía escarcha mi pelo.
Me estremecía en su mera presencia.

Más fría es la noche que comienza
cuando sin  Sol se tiñe negro el cielo
y la Luna rasguña el nocturno velo.
Sin ti, todo en derredor se silencia.

Sábanas que preconizan tormenta
sobre mi cama, estepa de zarzal,
rajando mi piel con espina lenta.

El alba llega, quema el vendaval.
Sólo queda esta mi alma macilenta
dentro de un cuerpo roto de cristal.

sábado, 17 de agosto de 2013

Deseo polvoriento

Entre mis sábanas susurro al viento
cálido, lento. Le he implorado
ser vendaval en el norte helado.
Su respuesta, silencio. Y un lamento.

En el aire, mi deseo polvoriento,
leve, ligero. Quizá haya volado.
Si no llega... anhelo secuestrado.
El recuerdo en mi piel está sediento.

Mi sudor en tus valles era río,
tu olor en mi nariz, paraíso errante.
Tu risa ronca, lleno en el vacío.

Gélida cama de océano gigante
tras ocaso de soledad sombrío.
En mis ausencias, sé mi visitante.

viernes, 16 de agosto de 2013

Despedida en una estación

Olor a gasolina en las miradas
entre ese gris y el marrón suspendidas
Se asfixian en él pieles humedecidas
de rocío de ocasos y alboradas

Cruel chirrido de máquinas ahogadas
niega a las voces mudas despedidas.
El hidráúlico chasquido de idas
mata las chispas de ojos reflejadas.

Susurro en el pesado aire perdido.
Los relojes cumpliendo su labor.
Tú, escaleras. Yo, al hormigón fundido.

Las calles brillan con un gris fulgor.
Llego a la casa del recuerdo herido.
Más gélido que tu ausencia. Su olor.
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