Bajo cielos de naranja estrellado
tu recuerdo me voy lento fumando.
Por el dédalo de mi mente ando
entre la niebla y el humo nublado.
Por mis labios el deseo esfumado
se desliza, sutil, etéreo, blando.
Ignora cruel mi morriña guiñando
el brillo azul del lucero elevado.
Ya casi se ha consumido el carbón
y yo, en cambio, sigo aquí ardiendo
sentado en el solitario balcón.
Memoria en sueño se va diluyendo.
Te pienso al caer en mi rendición,
allí, muy lejos, donde estés durmiendo.
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