Eres azul de cielos despejados,
de océanos claros e insoldables,
de glaciares, hielos inquebrantables
Soy el rojo de ocasos desangrados,
del suelo de los hierros oxidables,
de fuegos que espantan la noche amables,
de herrumbre de mandobles derrotados.
Sin llegar al horizonte, tocamos,
cuando el aire implosiona de repente
en llamas púrpuras. Nos abrazamos.
El frío azul funde al rojo candente
y en mil morados nos desdibujamos,
cuando queda una piel únicamente.
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