viernes, 22 de marzo de 2013

Ícaro alado


Es el deseo un dorado sol brillante.
Levantamos implorantes las manos,
saltamos, mas son inútiles saltos.
Ciega está nuestra mirada anhelante.

Mas la esperanza se presta ayudante.
De blancas plumas cubre nuestros brazos.
Saltamos, y con fuerza aleteamos
con nuestros ojos mirando adelante.

Nuestras leves alas nos han traído,
tocamos con los dedos lo ansiado
y cada pluma estalla en fuego herido.

Un triste azul mar nos recibe en su abrazo.
Olvidamos el deseo al hundirnos
Y en el fondo, la esperanza olvidamos.

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